El poeta que representa la cima de la literatura culta de la primera mitad del siglo XV es Juan de Mena (1411-1456), perteneciente a la corte de Juan II y quien constituye un buen ejemplo del proceso de la secularización de la cultura; encarna el intelectual puro, que no es miembro del clero. Enfatizamos, ya que juega un papel primordial en la difusión de las nuevas ideas, que al antiguo clérigo, monopolizador de la cultura, sigue ahora un tipo de escritor independizado de la Iglesia. Juan de Mena y el Marqués de Santillana son las piedras más robustas en la introducción del movimiento humanista en la Corona de Castilla.
Mena estudió en Salamanca, donde obtuvo el grado de Maestro en Artes, en Florencia y en Roma, donde adquirió una cultura humanista que luego se hace patente en sus creaciones. En 1443 regresó a Castilla y entró en el servicio del rey Juan II como redactor de cartas en latín y un año más tarde el rey lo nombró cronista oficial del reino.
A él pertenece el poema épico culto más importante de la literatura española medieval: El Laberinto de Fortuna, también conocido como Las Trescientas. Está escrito en 297 coplas de arte mayor y sus características fundamentales son el vigor expresivo, los conocimientos históricos y mitológicos, y la sonoridad del dodecasílabo. El tema central de la obra es la Fortuna y su influencia sobre el ser humano y está estructurado según los procedimientos alegóricos de Dante . Aparte de eso, el poema tiene un carácter épico y nacional, por lo que junto a los motivos alegóricos y mitológicos, aparecen elementos históricos, épicos y morales . Su lenguaje es elevado, acorde con la dignidad de los temas, con abundante uso de neologismos y perífrasis, influido tanto por la retórica latina como por la versificación gallaico-portuguesa.
El tema central de la obra es la influencia de la Fortuna sobre la vida del hombre. En esta obra el poeta se ve arrebatado por el carro de Belona que le conduce hasta el palacio de la Fortuna, donde la Providencia le muestra tres enormes ruedas: dos inmóviles, que simbolizan el pasado y el futuro, y otra en movimiento, que simboliza el presente. Cada una de ella consta de siete círculos correspondientes a las órbitas de los siete planetas. En las ruedas del pasado y del presente podemos ver varios personajes históricos y mitológicos, mientras en la rueda del futuro la visión se desvanece. Veamos las estrofas 58 y 59:
Bolviendo los ojos a do me mandava,
vi más adentro muy grandes tres ruedas:
las dos eran firmes, inmotas e quedas,
mas la de en medio boltar non çesava;
e vi que debaxo de todas estava,
caída por tierra, gente infinita,
que avía en la fruente cada qual escripta
el nombre e la suerte por donde passava,
aunque la una que no se movía,
la gente que en ella había de ser
e la que debaxo esperaba caer
con túrbido velo su mote cobría.
Yo que de aquesto muy poco sentía
fiz de mi dubda complida palabra,
a mi guiadora rogando que abra
esta figura que non entendía.
En el pasaje que acabamos de ver, se hacen patentes los recursos expresivos que utiliza el poeta. Gracias al humanismo incipiente de Juan de Mena, su conocimiento rotundo de los escritores latinos de la Antigüedad, que había adquirido en parte con sus lecturas en la biblioteca de su mecenas el Marqués de Santillana, y gracias a su intención de crear un lenguaje poético original, su poesía adquiere un fuerte carácter latinizante. Vemos hipérbatos (“vi más adentro muy grandes tres ruedas”), colocación del verbo al final de la frase (“mas la de en medio boltar non çesava”), cultismos (“túrbido”), etc .
Mena no se interesa mucho por el problema abstracto de la Fortuna y su descripción se limita a su característica de potencia inestable. Veamos la estrofa 10:
Mas bien acatada tu varia mudança,
por ley te goviernas, maguer discrepante:
ca tu firmeza es non ser constante,
tu temperamento es destemperança,
tu más çierta orden es desordenança,
es la tu regla ser muy enorme,
tu conformidat es non ser conforme,
tú desesperas a toda esperança.
Aunque las alegorías de Mena no tienen el alcance teológico de las de Dante, tienen una potencia dramática y una indudable inspiración patriótica, donde no falta la protesta moral . En la estrofa 12 vemos cómo Mena extrae la moraleja:
así fluctuosos, Fortuna aborrida,
tus casos inçiertos semejan, e tales,
que corren por ondas de bienes e males,
faziendo non çierta ninguna corrida.
Pues ya por que vea la tu sinmedida,
la casa me muestra do anda tu rueda,
por que de vista dezir çierto pueda
el modo en que tratas allá nuestra vida.
El eje es filosófico-moral, pero su interés se cifra en los elementos históricos que encierra (Menéndez Pelayo dice que éste es el poema más nacional de los siglos medios castellanos). En todo, la obra es una manifestación literaria notable del Medioevo, donde las alusiones a la historia y la mitología clásicas se encuentran por todas partes. Incluso algunos fragmentos se hallan inspirados directamente en autores antiguos, entre los que figura Lucano, a quien Juan de Mena imitó preferentemente.
La acumulación de recursos expresivos, que prestan al poema un aire casi barroco, la intención culta, el abanico de alusiones a la historia y a la mitología clásicas, hacen de Juan de Mena un maestro de la dicción “robusta y patética” que crea “musicalidad grave y solemne” mediante la sonoridad .
El Marqués de Santillana y Juan de Mena fueron los primeros poetas en la Península Ibérica que bautizaron la poesía en el océano del humanismo.
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